
CONCEPCIONISTAS FRANCISCANAS
BUCARAMANGA



CARISMA Y ESPIRITUALIDAD
La palabra carisma se trata de un término empleado por S. Pablo para referirse a los dones con que el Espíritu enriquece a la Iglesia. El carisma fundacional es un don específico que el Espíritu otorga al fundador o fundadora de una institución religiosa.
Con Beatriz de Silva se abre paso una nueva forma de vida religiosa en la Iglesia. Ella, lleva a cabo su inspiración y deseo de crear una Orden nueva, que viva el seguimiento de Cristo con un carisma en cuya forma de vida se plasme y refleje el “honrar la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María”.
​
Sintetizando, Nuestro carisma es:
​
-
Vivir el seguimiento desposándose con Jesucristo nuestro Redentor, desde la celebración y recuerdo del misterio de la Inmaculada Concepción de María.
Desposarse con Jesucristo Redentor supone un compromiso íntimo y profundo de seguimiento en la vivencia del Evangelio, teniendo como telón de fondo la veneración del misterio de la Inmaculada Concepción. -
Tener el Espíritu del Señor.
“Consideren atentamente las Hermanas que, sobre todas las cosas, debe tener el Espíritu del Señor y su santa operación”. Poseer el Espíritu del Señor es intentar vivir el espíritu de las bienaventuranzas. Es desear vivir, como vivió Jesús y María, en total sintonía con el plan de Dios sobre la propia persona y la historia. Vivencia y actitudes que sólo se consiguen con “pureza de corazón y oración devota”, fiel y constantemente. -
Celebrando y venerando la Inmaculada Concepción de María.
La Hermana concepcionistas acogiendo este apartado del carisma se compromete a “vivir las actitudes de María en el seguimiento de Cristo”. -
Un carisma contemplativo de continua oración. “Iluminada por el ejemplo de Santa Beatriz, la Hermana concepcionista, intenta vivir en la contemplación y en la unión con Dios por la oración. Como María guardará fielmente en su corazón y en su vida la Palabra de Dios”
-
Vivir en común, en fraternidad y en perpetua clausura.
“Cada Hermana se sentirá responsable de la vitalidad, del crecimiento y de la unidad de la fraternidad que la recibió. Se esforzará por construirla por la escucha de la Palabra d Dios, la oración, la Eucaristía, la vivencia del carisma y la puesta en común de los bienes humanos y espirituales.
La clausura, además de ser un sigo de separación con el mundo, es, sobre todo una sabiduría que nace de la cruz y se manifiesta en el ocultamiento de la vida escondida con Cristo en Dios”. -
Un carisma que vive una fraterna reciprocidad, vinculación y comunión con el carisma Franciscano, teniendo como centro, el misterio de la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María.
-
La Orden de la Inmaculada Concepción está injertada, desde los inicios, a un buen olivo. Los Hermanos Franciscanos Menores han estado en la vida de Santa Beatriz y en la de toda la Orden a través de más de cinco siglos. Hay entre las dos Órdenes una reciprocidad y complementariedad que mutuamente nos enriquece. Nuestro punto más álgido de encuentro radica en la veneración y defensa del misterio de la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María.